Financieros sin fronteras/Banqueros del Mundo

Yo tenía previsto acabar la serie "Un Verano Americano" con un artículo sobre las costas de Masachussets, con sus ballenas, sus emabarazos colectivos, sus muertos y desaparecidos en el Océano inmortalizados con nombres y apellidos en un muro de longitud imprevisible. pero he tenido que dejarlo todo entre las brumas del borrador, obligada por la prosa de la actualidad que no se escribe en palabras, sino en cifras. Cifras impronunciables, ilegibles, hipótesis de un desastre cuya magnitud es tan enorme como probable: mundial, total.
Sin emabrgo, estoy muy contenta, casi diría que eufórica. Y no es por una pulsión sádica. Estoy encantada porque todos los augurios y la reacción de los césares nos indican que, por fín, las autoridades políticas mundiales van a socorrer, a rescatar a esas grandes organizaciones transnacionales, no gubernamentales que són Financieros sin Fronteras y Banqueros del Mundo. Esas dos grandes redes de voluntarios del lucro que, humildemente escondidas tras asepticas marcas, se dedican a dar dinero a diestro y siniestro; a crear riqueza; a impulsar proyectos de desarrollo humano sin importarles los riesgos de ningún tipo. Esas organizaciones que te prestan el paraguas cuando luce el sol y te lo reclaman cuando la lluvia arrecia; a esas organizaciones que no entienden de banderas, ni de razas, ni de religiones. Esas organizaciones que tanto creen en el individuo, gobernadas por los tipos de mayor interés, reguladas y vigiladas por los tipos de mayor popularidad: ciudadanos brillantes y ejemplares; ingenieros aritméticos capaces de multiplicar los panes, los peces y los ladrillos en una sola operación para regocijo de los más voraces comensales invitados al banquete. Esas organizaciones de emprendedores que hurtan todo el tiempo a sus mujeres y a sus hijos para conseguir el jabugo con el sudor de sus frentes privilegiadas. Esas compañías volcadas en la eficiencia que no se acobardan ante nada ni nadie, siempre regidas por la légitima ambición de sus objetivos y fines, creando valor para sus partícipes y accionistas y estupor y sufrimiento para sus clientes. Esas empresas generadoras y sustentadoras de la libertad de mercado y, por ello de la Libertad del individuo. Esas audaces juagadoras que nuncan pierden. Esas instituciones de las que dependen vidas y haciendas; que cuentan por miles de millones sus ganancias. las que embargan y expropian a los mas torpes; las que adulan y miman a los más ricos. Las que imparten y reparten dineros inimaginables entre sus ejecutivos más conspicuos. Las que no saben nada de dinero criminal. Las que depositan sus incertidumbres en Las Barbados, las Caimán o cualquier otro paraíso de los que hay en esa Tierra que tambien les pertenece... ¡ Qué injusticia, tanta desconfianza por parte de esas masas que viven tan plácidamente en su despreocupada modestia! ¿pero qué se creían, que se atan las hipotecas con longanizas?
Estoy muy contenta: ya era hora que las autoridades del mundo entero echaran una mano a esas Organizaciones No Gubernamentales que tanto han hecho por todos sin reparar en gastos; esas ONG´S que tan bien han gestionado el sistema de pagos internacional.
¡Lástima que ni vosotros ni yo, ni África entera, seamos de esas!
Y el último que palme que apague la luz.

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