Ficciones, terror y mus
Hace mucho que no escribo porque la casa de muñecas ha estado de mudanza y esto siempre genera un caos que puede con cualquier espíritu, por más nómada que sea y mas habituado que esté a los traslados. Sobre todo a mi edad, viejo caracol transitando a mi ritmo por los abismos urbanos con la casa a cuestas. El sendero de las babas va siendo demasiado largo y lento. Tras mi última introspección en la espiral de carey, vuelvo a sacar los cuernos al sol, menos que tibio, de un invierno crudo, anticipado, escurialense...
Mientras tanto, la crisis sigue en su propia espiral centrífuga y mundial, esparciendo ruina por todas partes, por todas parte menos por una, la que nos une (aunque no lo queramos ver) al continente africano: allí la agonía es permanente, inmemorial, indefinida, inacabable. Sin embargo dicen los antrópologos que todos venimos de allí, que África fue la cuna de Eva y que, entre el paleolítico y la actualidad hubo civilizaciones poderosas. Yo no soy capaz de contabilizar mas que la egipcia y la cartaginesa, pero deben ser limitaciones mías.
Sí que sabemos algo de la colonización decimonónica y de la descolonización traumática de los 60, pero ni siquiera en la red se puede obtener mucha información relevante sobre este gran continente. Sabemos de sus grandes recursos naturales, un poco de sus regímenes políticos autócráticos; algunas capitales (menos de una docena) de sus más de 50 países; y otro poco de sus guerras (¿tribales?) y de sus persistentes hambrunas; algunas cifras escalofriantes sobre el SIDA y, últimamente, algo más sobre las incursiones piratas somalíes contra barcos españoles y de otros países.
De vez en cuando se encarniza un conflicto y se empieza a hablar un poco más de alguno de esos exóticos países. Si conviene a la coyuntura política, se ocupan en los informativos de las masacres, pero me atrevo a decir que África, en su conjunto, no termina de superar en el imaginario colectivo español, el territorio de LA SANTA INFANCIA a la que hay que socorrer compasivamente.
Alguno de estos espacios informativos rellenados con el horror de la devastación, recientemente lo ha ocupado el Congo, con su guerra civil, sus monjas mutiladas, sus guerrillas étnicas o así.
Como los españoles no llegamos tan abajo en nuestras incursiones coloniales, no tenemos, o no aparecen, analistas o expertos capaces de darnos explicaciones o descripciones ilustradas del conflicto. Pero, hete aquí que a mi admirado Vargas Llosa, ( al que estoy pasando de profesarle una lógica envidia literaria a una especie de tirria existencial instintiva) se le ha ocurrido desplazarse al "Corazón de las Tinieblas" (J. Conrad) y nos ha obsequiado el pasado fin de semana con un maravilloso artículo sobre este ignorado país. Un artículo que, además de ilustrarnos y deleitarnos, se convierte en una expresiva metáfora de lo que puede ser la salida de la crisis y de su hastío, una solución arquetípica, primitiva y demoledora para la desesperanza y el pánico: como no podía ser de otra manera, se trata de la "ficción" o mejor, de su representación.
Se extiende D. Mario describiendo, entre otras cosas, cómo en el Congo existen y resisten bibliotecarios que acuden con rutina burocrática a presuntas bibliotecas en las que no hay ni un libro; ferroviarios que transitan y maniobran con destrezas vanas por estaciones en las que no pasa un tren desde hace muchos años...(?) y todo ello con la dignidad del empleado concienzudo, inasequible al desaliento, inmune a la extinción. Nos habla con toda naturalidad de gentes que se han hecho con un papel en la vida y lo representan cotidianamente. A pesar de que el escenario haya cambiado ellos mantienen la tramoya incólume, convencidos de su misión, de su rol, dando pie a los demás, colaborando a la dinámica de un tinglado que sólo existe en su convicción. Y mientras tanto, siguen las balas, la muerte y la guerra.
Tras superar una primera sensación de absurdo, de delirio, empecé a pensar en toda la sabiduría que encerraba la estóica resistencia congoleña: ignorar el conflicto, que no te afecte y seguir actuando, controlando el pánico, escenificar tu farsa frente a la Gran Farsa.
Aún tenía el artículo rondando por la cabeza, cuando ETA asesinó en Azpeitia a un hombre cuya existencia se ritualizaba entre el trabajo, el coro y el mus. Lo mataron cuando acudía a la partida. Sus compañeros de mesa optaron, para escándalo y polémica, por seguir con el juego aún con el cadáver todavía caliente. Esta reacción a la congoleña fue interpretada por muchos como una vergonzosa cobardía, cuando se trata de una valerosa forma de despreciar la vileza y la barbarie entonando a coro, impertérritos, el "no nos moverán".
El País Vasco y el Congo están muy lejos en el mapa, pero hay muchas variables comunes: atavismos étnicos, conflictos entre tradición y desarrollo y... mucha muerte y mucho miedo.
Resulta muy injusto juzgar con ligereza a las gentes que como los vascos sobreviven entre el terror cotidiano de las amenazas, la violencia extrema y mafiosa infiltrada hasta en lo más íntimo , entre balazos y pérdidas continuas, y seguir trabajando, cantando, jugando... aún a sabiendas del acecho permanente e ineludible de las bandas criminales del terrorismo y sus esbirros y cómplices. Hace falta un ánimo de acero y una asertividad a prueba de bombas. No tomemos la serenidad por insensibilidad.
Casualmente, el escenario del último crimen se sitúa a pocos metros del lugar donde nació Ignacio de Loyola, el fundador de la secta de los Papas Negros, al que se le atribuye la frase de "en días de ira no hacer mudanza". Se diría que sus vecinos se la aplican literalmente desde hace siglos y permanecen, como congoleños, a pie de obra, inasequibles al desaliento, fieles a sí mismos, gestionando el pánico con una templanza que, a veces, puede parecer inhumana, pero en realidad es la disciplinada interpretación del papel que les ha tocado en el reparto de esta tragedia que no termina de alcanzar la catarsis. Aprendamos bien la lección.
Como a mí también me tienen negra y siempre he sido dada a la dramatización, pienso seguir en mi papel de escritora virtual, dejando en las pantallas hipótesis vitales contra el contubernio especulativo y terrorista. Como si no pasara nada. La vida desborda cualquier crisis, cualquier drama. Contra la ficción de las finanzas, la confianza en la ficción. Contra el paro no parar. Contra el terror el desprecio de la indiferencia. No hace mucho oí a Fernando Savater citando una frase de Voltaire que decía que "la mejor venganza contra nuestros enemigos es ser felices". Y un día llegará un tren y caerá un libro en nuestras manos...Mientras tanto, sigamos actuando. La función debe continuar. ¡Que no caiga el telón!
Comentarios
No lo dejes
Pilar
Lo facil es intentar llevar una vida paralela y personal, actuar de espectador,vivir como si la vida no fuese contigo, como si nada te afectase,claro está mientras no sea un agravio directo, como dice un amigo muy primitivo , " A veinte centímetros de mi culo FUEGO:::: "
Yo creo que los problemas existen que la mayoría no los podemos solucionar, que una opinión personal no es nada, pero menos aún haremos callando y dejando que los demas actuen por nosotros o contra nosotros.
Siempre al menos me reservo el derecho, de tirar tomates a los actores de "la gran comedia" si no me gusta como la interpretan
besos
Los toros se ven muy bien desde la barrera, pero hay que valorar a los que no se dejan robar el papel ni el argumento.
men
Miguel Ángel (Yeti)
Ya sabes que te seguimos con mucho placer y alguna vez lo comentamos, entre vino y vino; como auqel día que hablabas de nuestro viejo maestro de matemáticas, D. Joaquín.
Ignoraba el hombre que a tí te iba a dar por la filosofía y la literatura conceptual. De otra forma,hubiera sido más comprensivo con tus escapadas intelectuales y tu rebeldía juvenil. Y que te dure, lo de la rebeldía - digo.
Un fuerte abrazo desde el barrio del Hamburgo.
Luis
Me he recreado leyendo tu prosa rica y amena, preguntándome una vez más, imagino que como harán otros que te conocen, por qué coño no te decides a hacer más extensivo el fruto de tus reflexiones…y cavilaciones.
No puedo estar de acuerdo con ese barniz semi-épico que pareces otorgar a ciertas actitudes de las gentes del país vasco –manda güevos-, pero tú eres una espectadora privilegiada de cuanto allí acontece y respeto tu punto de vista. A mí, creo, que me resultaría difícil vivir, a mi marcha, como si en mi entorno no estuviera pasando nada. Porque la realidad, es que pasa. Pasa y nos pasa.
Por eso me resulta un tanto decepcionante esas expresiones de efectismo manso, tal que “contra el terror, el desprecio de la indiferencia”, que me suenan a cuatro muletazos por bajo para rematar la faena
Respecto a las citas, ya sabemos que el recetario es amplio y susceptible para aplacar cualquier tipo de desazón.
Ánimo, Castán, que me estoy animando. Por cierto, he visto que tienes guardaespaldas…