Las riberas del rio Sambatyon


No hace mucho me encontré navegando con un personaje del siglo XIII que me despertó una gran curiosidad y sobre el que he estado estudiando un tiempo. Se trata del judío zaragozano Abrahám Ben Salomón Abulafia. Este pensador y místico fue un hombre visionario en muchos aspectos ( él se creía profeta) tuvo una gran influencia en Ramón Llull y se le reconoce como el fundador de la Cábala práctica o de los nombres. De una cultura y unos conocimientos vastísimos, su vida se caracterizó por el estudio constante, la discusión constante (se enfrentó con las máximas autoridades hebráicas de la época) y el constante viaje, primero por la Península y después por todo el Mediterráneo, hasta que se le perdió la pista en 1291 en Comino (la isla de Circe según la leyenda), donde escribió su último libro, Palabras de Belleza. Su pasión por el conocimiento le llevó muy lejos y su tozudez en demostrar y convencer al mundo de sus hallazgos y premoniciones aún más. Nadie ha sabido cómo se pudo librar de la hoguera en Roma, a donde había acudido para entrevistarse con el papa Nicolas III al que se empeñó en ver para transmitirle un mensaje urgente. Por lo visto insistió tanto y argumentó de tal manera que el Papa, aborrecido, accedió a verlo, pero no sin antes encargar a los franciscanos que lo detuvieran según llegase y lo mataran mientras él se retiraba a su sede de Suriano. Quiso la buena suerte, el poder de su secreto o la verdad de su profecía que el Papa muriera la misma noche en que él llegó a Roma. Así, los franciscanos lo tuvieron detenido , pero inexplicablemente lo liberaron unos días después.
El primero de sus viajes fuera de España fue a Oriente, animado por el propósito de encontrar el mítico río Sambatyón en cuyas riberas, según la tradición, habitarían los descendientes de las tribus perdidas de Israel. Del río Sambatyón se contaba que arrastraba más piedras que agua en su rápido y accidentado transcurrir y que no cesaba en su furia mineral durante seis días,descansando el séptimo para honrar al Señor. La indagación sobre tales misterios llevó a Abulafia hasta San Juan de Acre, donde los cruzados tenían un caos militar de tal magnitud que le impidió continuar el viaje. Apareció un tiempo después en Grecia, sin que tengamos más explicación de cómo logró zafarse de la sangre y el fuego musulmán y cristiano que arrasaban la región por aquel entonces. Esta peripecia, junto al poder evocador de la imagen del río bíblico desembocaron en otra peripecia personal que no resultó ni profética ni providencial. O quizás sí.
Nos dirigíamos hacia Zaragoza en mitad del puente del 1º de Mayo cuando vimos un cartel indicador del Monasterio de Piedra que me llevó a asociar el río Piedra y el Sambatyón, los viajes del viejo Abulafia y las lejanas excursiones de mi infancia en el vientre de cuero del Citröen Lola Flores con el que mi padre se esforzaba en que vieramos mundo, mis hermanas y yo. Cuando le sugerí a JA que nos acercásemos hasta el monasterio no lo dudó ni un segundo y tomó el desvío con la decisión de los viajeros inveterados. Nada más dejar la autopista nos sumergimos en la Ruta de los Balnearios, un paisaje verde y ondulado en el que se entremezclaban, como cicatrices frescas, bandas de una tierra tan roja que parecía pintada. Yo iba callada, escuchando la voz de mi padre que se abría paso en el recuerdo contando, con gravedad y suspense, la historia de la diosa cazadora con el fondo sonoro de la cascada del Piedra que llaman el Baño de Diana y advirtiendo muy seriamente que marchásemos con cuidado porque todo aquello que caía al río se convertía en piedra. Disfrutaba de la narración y de las caras de asombro de Virginia y Chantal, cuando de repente perdí la sintonía de ultratumba por la interferencia de la voz de un mozo de gasolinera que nos daba indicaciones en el más puro y rústico acento aragonés:" Van bien, por aquí van mu bien". Tras repostar, seguimos la carretera entre curvas y carteles de carnes a la brasa, habitaciones, reservas naturales, desvíos, urbanizaciones y diversas atracciones turísticas en torno al pantano de La Tranquera que asomaba de vez en cuando. Cuando llegamos a la entrada del "complejo del monasterio" la cartelería se hacia más espesa y desorientadora: MONASTERIO CISTERCIENSE, PARKING DEL HOTEL, ÁREA DE PIC-NIC, SOUVENIRS, RESTAURANTE...El instinto de conductor inasequible al desaliento de JA sorteó con pericia las señales, los turistas en calzón corto, las mochilas, los triciclos y los grupos de ancianos y nos colocó frente a un guardia con chaleco reflectante y los brazos como un crucificado que indicaba a pitidos denodados el sitio donde debíamos aparcar el coche. Aquella visión me hizo pensar en voz alta: ¡ San Juan de Acre. Huyamos! JA dio media vuelta y regresamos a la autopista comentando que, quizás, todos repetimos el comportamiento del pueblo judío sin solución de continuidad; que, quizás, todos somos de la estirpe de alguna de las tribus perdidas, buscando errabundos una tierra prometida, un sueño de la razón que siempre está en otra parte, más allá: ultreia.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Ayer vi por fin big fish,la pelicula me dejó como si me hubiese bañado con la misma Diana, es cierto la similitud de papa con el protagonista,y de su capacidad de trasmitir historias,que él seguramente magnificaba, pero que nos encantaba escuchar,y yo me las creia todas, creo que has heredado esa capacidad y no solo eso,sino que la has mejorado, te seguire leyendo, siempre aprendo algo nuevo de ti, gracias hermana.
Men
Anónimo ha dicho que…
Leí con placer tu artículo,Belinda, porque creo que está muy bien escrito. Y ese río Sambatyon con su furia mineral rodando por el monte es todo un poema muy bello.

Y tú y JA en busca siempre de la piedra filosofal o del paraiso terrenal, aquel lugar que ya indagaba Ricardo cuando vosotras eráis todavía unas niñas. Ese sitio que, una vez encontrado, te hace exlamar: Aquí quiero vivir yo para siempre. Ya avisaráis si lo llegáis a encontrar. Que JA siga conducciendo paciente por esos caminos.

Ya ví a Men por otro lugar, no sabía yo esta familia de blogueras, de quíén habréis heredado esa curiosidad insaciable. Aunque quedan dos que no se deciden, todo llegará. Mientras se lo piensan, acudiré curioso a averiguar qué se os ha ocurrido hoy a esta pareja de peregrinas inquietas; seguro que algo interesante.
Un abrazo.
Luis Teódulo

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